NUESTRA GUERRA
- Laura Podadera
- 23 ago 2016
- 1 Min. de lectura

Esta es nuestra guerra,
tu existencia contra mi cordura.
Tu arma más letal, tu mirada
Y mi alma gravemente herida
por las heridas de tu recuerdo.
El campo de batalla fue mi mente
y quedó devastada por tus palabras
que caían como misiles de largo alcance
sobre los esquemas que sustentaban mi mundo.
Tu ausencia, dispersa por todas partes,
hizo volar por los aires cada pedazo de mí.
Bombardeaste mi pecho con esperanzas vacías
que acabaron llenas de mis escombros.
Acribillaste con balas de silencio
todos los sueños que me atreví a soñar
y, aunque después trataste de taponar la herida,
sangraba demasiado.
Asaltaste el templo de mi dignidad
destrozando lo único sagrado que me quedaba
y usaste mi amor por ti para doblar mis rodillas
y obtener tu victoria.
No me rendí y preferiste castigarme
como a un prisionero de guerra
que darme muerte por clemencia.
Torturaste mis huesos al frío de tu indiferencia
y quemaste la planta de mis pies
en la hoguera que hiciste con mis cartas de amor.
Decías que me querías. Decías que me querías.
Ese fue el mejor de tus disparos, directo al corazón.
No sé si me querías cuando la guerra terminó,
pero sé que me quisiste para luchar en ella.
Y ahora, aquí, entre la vida y la muerte tras tu paso,
sé que te quise como a una tierra prometida
que nunca existió.