LA CÁPSULA DEL TIEMPO
- Laura Podadera
- 26 ago 2016
- 1 Min. de lectura

Mi perro tumbado a mis pies, y la taza humeante esperando junto a mi mano derecha.
Tu sombra envolviéndome el corazón y mis manos a punto de darle escapatoria a todos esos pensamientos que se agolpan desesperados por hallar una salida.
Entre mis palabras y el papel debe haber una cápsula del tiempo. En el corto espacio que los separa habitan todas mis preguntas. Pasadas, presentes y futuras. Hay espacio suficiente para mis esperanzas e incluso para mis frustraciones.
Dentro de esa cápsula del tiempo que aguarda invisible sobre mi escritorio, están todas las palabras de las que estoy hecha, todas las calles en las que me perdí y la colección de piedras con las que he tropezado. Dentro de esa cápsula del tiempo que aguarda invisible sobre mi almohada, están todos los horizontes a los que he deseado llegar. Guarda toda la luz que iluminó mis pasos y también la oscuridad en medio de la que tantas veces he caminado.
Cada vez que escribo, se abre. O cada vez que se abre, escribo. No lo sé. Pero sea como sea, tus besos están ahí, y los que no me diste, también.
Han pasado muchas horas. Lo sé porque mi perro me ha puesto su pata sobre mi rodilla reclamándome aire fresco. Puede que me haya saltado un par de comidas, incluso que haya ignorado el sueño. Pero cuando se abre esa cápsula del tiempo que aguarda invisible delante del espejo, todo se detiene aquí afuera y yo ya solo estoy ahí adentro.